Un chico se va a la Península, un licenciado universitario serio y de buena familia. Una amiga de sus padres le entrega varios artículos para sus hijos que estudian fuera y que son amigos del viajero: ropa, algunas cosas de comer y una caja de bicarbonato sódico. El chico les deja todo, pero el bicarbonato se le queda en la maleta y lo trae de vuelta a Tenerife. La noche anterior, con unos amigos, se había fumado unos porros. Los perros de la Guardia Civil detectan en Los Rodeos el olor de los porros y señalan la maleta, que es abierta por agentes de la Benemérita en presencia del joven. Ven el bote de bicarbonato y lo abren. Practican el test de la cocaína al contenido y da positivo. Retienen al viajero, que explica la procedencia del bote y dice a los agentes que es imposible que eso contenga droga. Repiten el test, y lo mismo. Positivo. El chico, muy seguro de sí mismo, llama a sus padres, que van al aeropuerto. Bajo palabra de honor de presentarse al día siguiente, queda libre. La Guardia Civil compra un bote de bicarbonato de la misma marca en una farmacia, practica el test de la cocaína y da también positivo. El laboratorio oficial certifica que el contenido del bote que llevaba el chico era bicarbonato sódico, sin rastro de cocaína. El juez emite un acto eximiéndole de responsabilidad. El test usado confunde la cocaína con el bicarbonato sódico. Pero no sé si siguen usándolo o lo han cambiado, ni si se revisaron posibles casos similares.
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